martes, 30 de septiembre de 2008

Eterna y negra des-esperanza


¿Esperando, regreso, espero, desespero?



¿Cuántas serán las veces en que te he soñado, alma mía, y tú ni enterado, mientras yo muero, y sueño que muero, y muero cuando sueño, porque al soñarte desespero y pienso, que no te tengo, y nunca te tendré?


¿Sabrás algún día de lo que yo siento? ¿Sabrás valorar un día eso que me acuchilla por dentro y me mata, me desangra, me desarma y me aniquila?

¿Es eso amor, o, no, es desesperanza?

¿Cómo es la proporción?

¿Es cierto eso?

¿Eres real, o eres tan sólo un mero producto de mis fantasías, oh querido, ser no celestial, pero profusamente hermoso y ajeno?

¿Eres como los astros, lejanos y extraños a la ignorancia de los hombres? Así, lejano y extraño para mí eres, imposible, abismal y así me devoras, lentamente y sin saberlo.

Ignorante de tu maldad, de tu capacidad de asesinarme, impunemente, limpiamente, sin sangre pero con dolor.

Mucho dolor.


La srangre se coagula dentro de mí y como no me desangro (visiblemente), lloro, para drenar de mí aquello que me duele y que me está envenenando, a veces no tan lentamente, pero sí de manera tenaz y profunda. Cada hebra de mí se marchita, cada fibra de mi cuerpo se pudre, porque me quitas el aire, el aliento.


Tu piel blanca y tus cabellos oscuros me enceguecen, y tu cuerpo me confunde. Sos como una imagen de algo tan externo, tan extraño, que a veces casi no te creo real. Gimo, me despierto y sufro, corroborando que nunca te tuve, pero, peor, pensado que jamás exististe ni lo harás.

No hay comentarios: