jueves, 16 de octubre de 2008

Amarillo


Subía y bajaba como por una cuerda, caminando en la cuerda floja, la linda flor de alelhí. Teñía de anaranjado los bordes del arroyo y cantaba una melodía colorienta y rasposa. Se peinaba con los pastos y arrojaba sus limpitas y acertadas risitas por doquier. Alelhí era felíz y se le notaba en sus rayitos rojos en los pétalos, en esa costumbre que tienen las flores de bajar corriendo la pradera y reírse del viento. Seguía caminando por las orillas del agua cuando el splash cercano la sobresaltó. Una margarita se bañaba alegre en una piedra del borde, miedosa de meterse más adentro de lo que sus hojitas permitían.
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