jueves, 9 de octubre de 2008

Chartier lo sabe (a la fuerza)


Ya todos saben lo que intento decirte.
Ya todos saben que la primavera entró en mí.
Que las flechas de los árboles son desgarradoras.
Que el cielo se cierra sobre mí como cuando sobre la ciudad se tapan los huequitos de cielo por entre los edificios.
Que sueño con vos escribiendo en una sala de cine. Que no encuentro explicación para eso pero que igual despierto con la extraña sensación de tu rostro en mis manos.
Que llego a creer que los sueños son puertas a la percepción de otros reinos posibles, y que vos, amigo, estás ahí, en esa otra realidad, esperando a que despertemos los dos. O durmamos los dos.
Creo que prefiero dormir.
Dormir es mejor que vivir en un mundo en que Dubatti y Chartier son obligados a ocupar más mente en mi vida que vos.
Es mejor que viajar tres horas diarias en colectivo recordándote, o acostarse a la noche con tus ojos mirándome en un lugar que no existe.
Es mejor soñar que vivir dormido.
Es mejor saberlo que presentirlo.
Sería mejor decírtelo, pero no. Ahora a los cafés los siento diferentes.
Ahora el chocolate de siempre me recuerda a un país en el que nunca estuve pero que sueño con conocer.
Y ahora recordar a algunos pintores que admiro también tiene algo de vos.
Ahora mis clases no son las mismas. Y en la ciudad universitaria se respira un aire a moras que me vuelve loca.
Ahora que quiero terminar mis obligaciones inmediatamente. E irme. Lejos.
A ese lugar soñado, San Marcos Sierras.
O más lejos aún. A donde las tormentas del destino me arrojen.
Ahora que...
parece que ya no tengo razón ni sentido común.
Que todas las pavadas que hice en toda mi vida se han reunido acá para ponerme a prueba.
Ahora que recuerdo cada una de las veces que te vi y me gustaste antes del hoy.
Ahora que me río y no me puedo avergonzar de haberte querido besar, dentro mío.
El cielo lo sabe. Todos lo saben.

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