domingo, 12 de octubre de 2008

A CONTINUACIÓN.... (6)

Lleva el título de "Héroes anónimos" y lo presenté también como argumento para un corto. También está escrito de un modo particular.


Julieta no sabía qué día era. Pasó por la vidriera de un bar y se detuvo un instante del otro lado de un señor de camisa blanca que hablaba por celular. Se hizo la distraída y se fijó en el diario que había abierto sobre la mesa: miércoles 22 de agosto.
Agosto, este mes cumple mamá. Podríamos juntar plata y regalarle unas medias.
Se paró en esa esquina, la del colegio antiguo, justo unos 10 minutos antes de que los chicos de saco azul salieran corriendo. Era pasado el mediodía. Tenía hambre.
Ese día en el desayuno se había comido una medialuna que le regaló Elvira, la panadera del bulevar, se tomó también unos mates por ahí. Pero tenía mucha hambre. Había estado caminando toda la mañana. La habían mandado a buscar unas cosas a barrio Güemes y ahí se había encontrado con una amiga de la primaria. No sé quedó charlando mucho rato porque para eso le estaban pagando 2,80 la hora.
Qué lindo verla a la Nita. Hace como dos años que no la veía. Estará grande el Maxi.
Un señor de traje gris salió rápido del bar con unas carpetas y en eso Julieta ve como se le cae un papelito con unas cosas anotadas en rojo. Ahí nomás lo recogió y corrió atrás del señor, lo que podía, entre la gente que caminaba por la peatonal.
-¡Señor, señoor! ¡Se le cayó un papel! ¡Ey! ¡Señor, señor, se le cayó...!
Nada. El hombre del traje caminó apurado la media cuadra que le quedaba hasta entrar en un edificio grande y lleno de chicos que iban y venían y gritaban y charlaban.
No, qué voy a entrar ahí. Me van a echar...

A las cinco de la tarde una oleada más de jóvenes estudiantes de derecho salió por la puerta ancha y ella una vez más se apuró a buscar con la mirada y un "señor, señor" a algunos, a aquél a quién tenía que devolver lo que había perdido.
Una mujer le dejó una moneda de 25 al lado, en un momento en el que le bajó sueño, ya a las seis y algo.
Uy, che, yo tenía que ir a cuidarlo al Tomi que la vieja me va a matar. Espero que se haya avivado la Brenda.

-¡Cómo van a dejar que estén estos chicos pidiendo acá en la puerta de la Facultad! -
dijo un viejo que salía charlando con uno como de treinta años.
-No estoy pidiendo señor...-
susurró ella mientras le miraba la cara para saber si no se estaba perdiendo al hombre que buscaba.

Entonces, cuando estaba mirando a un chico que realmente le parecía que era muy lindo, ahí estaba, ahí lo vió.
-¡Señor! Señor, esto se le cayó hace un rato ya.
El hombre la miró un rato largo, apenas se dió cuenta el lindo, que estaba con él, se calló y se alejó un poco.
La seguía mirando. Entonces sonrió, tomó el papel que ella le ofrecía y de esa cara seria y bien peinada vió Julieta nacer una lágrima. Se asustó, porque pensó que era raro eso.
- Se le cayó cuando salió del bar. No...no me animé a entrar ahí-
balbuceó mientras se ruborizaba y se moría de ganas de salir corriendo pero su papá le había dicho que eso era cobardía, que eso hacían los choritos cuando se afanaban una pavada de por ahí. Así que bajó la cabeza y le dijo al hombre
- Me tengo que ir porque tenía que cuidar al hijito de una señora y me va a gritar.

-No, pará.-
le dijo el hombre, mientras casi timidamente le ponía la mano en el hombro.
Ella se asustó mucho, porque nunca se imaginó que ese señor tan bien vestido fuera a tocarla a ella.
- Me gustaría que me dijeras cómo te llamás y que me aceptés tomar la merienda con vos. Quisiera agradecerte lo que has hecho. Vos no sabés lo que hiciste.
Si, cómo que no. Pero ni loca me voy a ningún lado con este. Mirá si me hace algo.
-No, en serio. Tengo que irme. Y no puedo ir con gente que no conozco.

Mientras tanto un grupito de chicos se habían reunido en torno a ellos y al hombre lindo, que había comentado a unos alumnos lo que esa chica había hecho, el buen gesto que tuvo de esperar y perder su tiempo para devolver algo que era ajeno.
-Este papel es la carta que me escribió mi papá antes de morirse, ayer. Si la hubiese perdido lo hubiese lamentado muchísimo. Muchísimas gracias. ¿Cómo puedo pagarte eso que has hecho?
-De ninguna forma, me tengo que ir. No fue nada, porque pensé que si eso era suyo tenía que devolvérselo.

Así que con una sonrisa, Julieta se fue. No le dijo su nombre ni le aceptó tomar nada. Por que sus padres le habían enseñado eso. Así como a devolver lo que no era de ella. Aún si para eso tenía que esforzarse ella, perdiendo su tiempo y cualquier cosa tuviera que hacer.

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