jueves, 6 de noviembre de 2008

Chocolatosa

Mis piernas están recostadas contra la almohada. Tu dedo sube por mis pies y llega a mi rodilla. Acercas lentamente tu rostro a mi naríz y me besas. Yo estoy cubierta de chocolate. Te deleitaste con el chocolate de mi boca y ahora sos felíz. Ha sido una noche especial. Has decidido dejarme por regalo una gran barra de chocolate que hemos compartido en la cama. "No te vayas hoy, aún tengo cosas que decirte." Te dije. Por toda respuesta me estrechaste en tus brazos y me tomaste el cabello con tus dedos. Me mordiste suavemente el cuello y rompimos a reír. Afuera el viento anunciaba tormenta, y yo insistía en que no te fueras. Te lo decía de una y mil maneras. En mi balcón, las amapolas resistían la brisa y el gato del vecino buscaba al mío que estaba en la cocina. Vos me mordiste la naríz y me miraste a los ojos. Sonreías, no podías contenerte. "No te vayas", te repetí. "Lo siento, no puedo, tengo que viajar." "Voy con vos. Dejo las cosas. No vas a volver por un mes." No me dejás. Decís que no podés hacerme ir por veintiún días. Que volverías y ahí sí íbamos a casarnos. No te creo y lo sabés. Porque ya hablamos del tema y ya dijimos que no podíamos casarnos. Pero cuando te digo esto vos irradiás tal ternura que me es imposible seguir discutiendo y siento un deseo incontenible de besarte. Ya sé que estoy embadurnada de chocolate pero igual te amo y no puedo permitir que te vayas. No puedo soportarlo. No, por favor. No puedo, A. Te debo este momento. Que tus brazos me tomen de esta manera y que nuestras piernas danzen juntas, unidas en este ritual, es maravilloso. Necesito tu cuerpo y sabés cuánto me amás. No te estoy diciendo esto pero me he quedado callada mientras me besabas y eso lo has notado. Me miras, te sientas y con tus manos en mi vientre, mirándome fijamente, me prometés no irte. No marcharte, no viajar. "A la mierda ese viaje, ese trabajo. Tenés razón, te amo. No puedo irme así." Tu cama está llena de chocolate y no puedo ver que sos vos quien en verdad me importa. Ahora río yo de puro jolgorio y te abrazo. Te beso y, por supuesto, al chocolate lo tenemos los dos, porque el juegito de embadurnarme ya pasó. La bromita ya pasó y te diste cuenta de algo que yo ya sé desde hace mucho: que no podés vivir sin este amor.

No hay comentarios: