domingo, 27 de febrero de 2011

Caústica reacción.

(Lector, favor de escuchar con este tema de fondo: http://www.youtube.com/watch?v=K73cmQR9kZc. Gracias.)

Cuando quise desenvolverme ya estaba toda cubierta de sal.
No es que quiera evirtarlo, es sólo que mi cuerpo no soporta tanta sal.
Las amapolas amarillas que regalaste descansan ahora en un lecho de tierna y fresca sal.
Quizá tenga que endulzar un poco el café, olvidaste que tenía sal en él.
No intentemos transformar esto. Es amarilla la vía por la cual deberás volver del desierto.
Es de arenas antiguas, tan antiguas como el caúcaso. De arenas rojas y brillantes.
La sal de la tierra es mi alimento. Me alimento de piedrecillas que mi lengua encuentra cerca.
No necesito más, sólo alimento mineral. Y libros.
Consumo la sal de los libros que hemos leído y aquellos que aún se apilan en mi repisa.
Aún no he podido levantarme de la cama, he sido flor deshojada y ahora soy margarita del cielo.
He compartido mi cátedra de arqueología (del cielo) contigo y ahora eres mi suplente
en esta lista de espera al próximo tren a Bengala.
Suena la campana? O quizá soy sólo yo silbando bajito.

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