jueves, 23 de octubre de 2008

gubaja. el tema del amor es doblemente fantástico.


¿Por qué, maldita sea, tengo tu alma entre mis manos hoy? Mi desnudez vacila frente a tu mirada cálida y valiente. Tiemblo, porque en mi frente descansa el beso amoroso tuyo. Siento, A., tu boca en mi nuca. Tu aliento exhala, querido, volutas de alcohol reciente. La cama se encuentra cubierta de trocitos de amor. El chocolate ha bañado los cuerpos y ha señalado el camino por el cual nuestras áuras han debido transitar decorosamente, como místicos senderos de pasión. Tus ojos, A., del negro más puro, son infinitos pozos en donde muere el tiempo. Agujeros negros, susurro. Así son tus ojos, para mí. Infinitos, capaces de tragarme, de llevarme, muy lejos, a esos abismos en donde la sal se mezcla con la sangre. Sudores y lágrimas hermosas. Suelos. Las velas encendidas se han consumido, y ya no quedan restos de nuestra mortalidad. Somos puros y no más humanos, A. Tú, mi querido, conoces el frío de la muerte, así como yo te he conocido a tí en la muerte. Pero es esa muerte de la conciencia, esa muerte de lo real, lo que nos tranforma y nos lleva, a otros mundos, a otras realidades, abismales y caóticas, de felices encantos de personas que se aman y se viven, y se saben solas, en el mundo, únicos seres vivos hoy. Porque el mundo real ya no importa, porque somos dos y lo demás no importa, y la belleza es infinita, y el amor es algo de lo que no se puede hablar. Se vive y se canta, como todo lo bello, y el cuerpo que siente, y el cuerpo que es felíz, como dos aves en vuelo, estos dos cuerppos son felices, en vuelo. En vuelo han vividos, y como el Fénix, en vuelo mueren.
A...tal vez nunca seas mío, quizá tu muerte sea más real de lo que mi conciencia pretende. D., quizá seas tú. Y quizá ninguno de ellos. Pero las almas son Una, y el individuo no importa.

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